La sinuosa sombra del Quetzalcóatl sobrevuela el camino. La serpiente emplumada viene a acechar en las ruinas de un castillo despojado para dar a luz un nuevo mundo a partir de sus viejos huesos... Sus labios saben a mezcal, en su frente florecen los tonos anaranjados de las flores de los muertos, su cuerpo ondula al ritmo de una música lejana. Entramos en su mundo en honor a él, vestidos con sus más bellos trajes, con tantos colores como plumas, tantos deseos como colmillos. En el corazón de la noche, los vivos y los muertos se mezclan en una danza frenética e interminable...